Crianza con apego
De acuerdo con la teoría del apego, William Sears, los bebés establecen un fuerte vínculo emocional con sus padres, un vínculo precursor de la seguridad y de la empatía en la edad adulta.
- Birth bonding: Lazos afectivos desde el nacimiento. Unión piel con piel desde el nacimiento, creando así un vínculo temprano.
- Breast feeding: Lactancia materna. La lactancia materna es el mejor alimento para el bebé, pero además es consuelo, calma, contacto…
- Babywearing: Porteo o brazos. Cuando los bebés son porteados se sienten seguros, protegidos y tranquilos.
- Beding close to baby: Colecho. Cuando los bebés duermen cerca de los papás se evita la anguatia de separación, descansando así mejor.
- Belief in the language value of your baby´s cry: Confiar en el valor de su llanto como lenguaje. Los bebés se comunican a través del llanto. Llorar por algo, al comprender que el llanto es su lenguaje, entenderemos mejor sus necesidades.
- Beware of baby trainers: Tener cuidado con los adiestramientos. Lo que es lo mismo, olvidarse del reloj y del calendario, diferente de establecer rutinas.
- Balance: Establecer un equilibrio. No significa que los niños puedan hacer lo que quieran, ya que el hecho de escuchar sus necesidades no es incompatible con poner límites.
- Both: Ambos. Participación del papá y la mamá en el cuidado del bebé, involucrarse de igual modo en sus necesidades, su educación.
Desde un punto de vista más personal, la crianza con apego no es más que un estilo de crianza en la que la que el cariño, el afecto, el instinto maternal y una pequeña dosis de lógica se mezclan para establecer un vínculo que permanecerá de por vida.
Mi triple maternidad me ha permitido llegar a escucharme, como madre, como mujer y como persona. Puedo decir que he llegado a una especie de “evolución maternal”
Aún recuerdo hace trece años, cuando mi recién estrenada maternidad llegaba con fuerza, pero con miedo, después de una cesárea programada con anestesia general, llegaba mi bebé, acogido por una cuna fría, en sus tres primeras horas de vida, aún recuerdo su diminuta y a la vez gran angustia por no sentir la piel de mamá ni papá, “consejos sabios de enfermera”. A día de hoy me sigue doliendo el recuerdo. Leí mil revistas, escuché mil consejos, pero no me escuché a mí misma. No lo cojas que se acostumbra, no lo metas en tu cama, tiene hambre, tiene sueño… Cuatro meses después estaba en su habitación durmiendo solito gracias al método “Estivill”. ¿Pero en qué estaría yo pensando?…
Dos años después volví a ser mamá. Esta vez un parto natural y una exitosa lactancia revolucionaron mis instintos. Lo cogí, lo escuché, lo sentí y me cuestioné ¿Por qué no?. Qué podía haber de malo en mimar, en sentir, en proteger…
Tras seis años, la maternidad llamó de nuevo a mi puerta. Una cesárea de nuevo, pero con la posibilidad de ver a mí bebé antes de llevarme a la sala de despertar y poder hacer piel con piel con papá. ¡Qué alivio esta vez! Mi pequeñín estaba en brazos de papi hasta que mamá volviera. Aún recuerdo el flechazo mutuo, sin importarme visitas, ni opiniones. Veinte meses de lactancia, porteo y colecho durante tres años que han llegado a establecer una conexión infinita porque aún sigue creciendo.
Cómo veis existe una rotunda evolución. ¿Por qué? La experiencia es un grado, ¡Claro que sí! Pero también dicho grado lo puede establecer la lógica, el cariño, el instinto…
¡Así que tú, mamá!, escúchate, permítete, cógelo, mímalo, y sobre todo siéntelo. Tu bebé no siempre será un bebé, pronto no necesitará tus brazos, tu alimento, tu piel. Estos lazos son efímeros, así que disfrútalos.
A continuación os dejo tres libros que os pueden ayudar a concebir una crianza desde el cariño, desde el apego. En especial destaco el último enlace, ya que nos ayudará a entender a nuestros hijos con la empatía que a veces necesitamos sentir.
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