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Una mamá sin clase


Después de unos días de parón y sustos varios, aquí estoy para compartir con vosotr@s las experiencias de una mamá con clase actualmente sin clase.
El martes pasado sonaron las alarmas cuando a las once de la mañana estábamos en clase y empezaron a saltar los rumores de que las clases se suspendían por evitar contagio con este magnífico rey virus que parece haber encontrado un hogar entre nosotros. Algo que parecía muy lejano y ajeno, llamaba a nuestra puerta. Los niños son muy sabios, parece que huelen nuestro estrés y agitación, “-Seño, pero de verdad no tenemos que venir al cole mañana? – No os preocupeis chicos, aún no es seguro, pero si es así, volveremos pronto a la normalidad. Es ese afán que como maestros siempre tenemos por tranquilizar a los niños.
A la mañana siguiente, me ví apilando sillas y mesas, tirando manualidades a medio terminar, con un nudo en la garganta y otro en el estómago por saber que mi clase estaba vacía, sin sus preguntas inoportunas, sus gritos, sus carcajadas, vamos, todo aquello que dá sentido a esta bonita profesión. Me he visto varias veces en esta situación pero siempre ha sido o al principio o al final de curso, cuando la emoción y la alegría por estrenar vacaciones o curso nuevo te invaden, pero jamás había experimentado esta angustia.
Hoy después de tres días de cuarentena tras decretar el estado de alarma sanitaria, he podido sentarme a expresar mis sentimientos y emociones.
Dicen que el ser humanos tiende a adaptarse pronto a los cambios como respuesta inmune ante situaciones de estrés, y no me cabe duda de ello, tras la angustia, hoy ya a las nueve de la mañana estábamos en el salón con un despliegue de cuentos, pinturas, ordenadores portátiles y muchas ganas por afrontar esta extraordinaria situación y colaborar para que todo este infierno o quizás toque de atención de nuestra Madre Tierra acabe pronto.
Nos quedamos en casa, claro que sí, pero cantaremos, reiremos, lloraremos, compartiremos y cuando todo esto haya pasado, nos sentitrmos super afortunados de tener lo que tenemos y a la vez egoistas por no apreciar día a día lo que esta vida tan veloz nos regala.

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